Vuestra tirana exención,
y ese vuestro cuello erguido
estoy cierto que Cupido
pondrá en dura sujeción.

Vivid esquiva y exenta,
que a mi cuenta
vos serviréis al amor,
cuando de vuestro dolor
ninguno quiere hacer cuenta.

Cuando la dorada cumbre
fuere de neve esparcida,
y las dos luces de vida
recogieren ya su lumbre;
cuando la arruga enojosa
en la hermosa
frente y cara se mostrare,
y el tiempo que vuela helare
esa fresca y linda rosa;

cuando os viéredes perdida,
os perderéis por querer,
sentiréis que es padecer
querer y no ser querida.
Diréis con dolor, señora,
cada hora:
¡Quién tuviera, ay, sin ventura,
o ahora aquella hermosura
o antes el amor de ahora!

A mil gentes que agraviadas
tenéis con vuestra porfía,
dejaréis en aquel día
alegres y bien vengadas.
Y por mil partes, volando,
publicando
el amor irá este cuento,
para aviso y escarmiento
de quien huye de su bando.

¡Ay, por Dios, señora bella,
mirad por vos, mientras dura
esa flor graciosa y pura,
que el no gozalla es perdella!

Y pues no menos discreta
y perfeta
sois que bella y desdeñosa,
mirad que ninguna cosa
hay que a amor no esté sujeta.

El amor gobierna el cielo
con ley dulce eternamente,
¿y pensáis vos ser valiente
contar él acá en el suelo?
Da movimiento y viveza
a belleza
el Amor, y es dulce vida;
y la suerte más válida,
sin él es triste pobreza.

¿Qué vale el beber en oro,
el vestir seda y brocado,
el techo rico labrado,
los montones del tesoro?
¿Y qué vale, si a derecho
os da pecho
el mundo todo y adora,
si al fin dormís, señora,
en el solo y frío lecho?

Comentario a Vuestra tiranía exención

Vuestra tiranía exención es uno de los poemas más propios del Humanismo de Fray Luis de León y, al mismo tiempo, uno de los más desconocidos. No cabe duda, ya desde la primera estrofa, que el autor recurre a motivos grecolatinos para plantearnos la cuestión del poema que sin duda alguna habrán detectado como una inquietud de amor, un vulnus amoris, es decir, el amor entendido como un sentimiento doloroso o que hace sufrir. 

Se trata de un poema que el propio Luis de León dedica a una dama y al deseo que tiene de su amor que, por un lado adora y por otro le obliga a sufrir. La primera estrofa nos presenta ya de entrada esta idea de dolor y tiranía a la que se refiere al autor. Entender el amor como una “tiranía” se comprende en tanto que el amor obliga al enamorado a amar (v.1-4).

Vuestra tirana exención,
y ese vuestro cuello erguido
estoy cierto que Cupido
pondrá en dura sujeción. 

Fray Luis de León lleva este tópico literario a su máxima expresión a través de la segunda estrofa. Podemos entender por su contenido que el autor —si es que coincidiera en esta ocasión con el propio sujeto poético— ha sido rechazado, “esquivado” por las armas de amor de la dama. Por su parte, le recrimina a la dama que esté tan puesta en el “servicio al amor” y le desea la soledad, el rechazo del resto y la indiferencia de la gente.

El paso del tiempo jugará un papel fundamental en las dos siguientes estrofas, más extensas que el resto. En ellas, Fray Luis de León se preocupa por detallar cómo afectará el paso del tiempo a la dama en cuestión tanto a nivel físico como psicológico. El paso del tiempo se observan en estos dos primeros versos (v. 10-11), aunque cabe decir que todas las estrofas que se siguen llevan consigo esta idea del tempus fugit, ligeramente decorado.

Cuando la dorada cumbre
fuere de neve esparcida […]

Asistimos, tal vez, a un dibujo invertido de una descriptio puellae, pero invirtiendo el canon de belleza de antaño. Pelo (dorada cumbre), ojos (dos luces de vida), frente, cara y el cuello, que este se menciona en el segundo verso del poema.

La cuarta estrofa recoge la psicología de la mujer una vez todo su cuerpo ha envejecido y ha perdido la belleza de la juventud. Además, el autor sugiere un posible collige, virgo, rosas ya que, aunque la acción de lamentación es futura, la mujer debería hacer presente las palabras que el propio autor pone en su boca. 

¡Quién tuviera, ay, sin ventura,
o ahora aquella hermosura
o antes el amor de ahora!

Tras el lamento llega el escarmiento que se anuncia con aires desenfadados un “ya te lo avisé”. El autor está deseoso que ocurra lo anunciado para poder hacer “público por mil partes” esta realidad desesperanzada en la que quedaría sumida la dama.

Concluye sus lecciones en los versos siguientes aconsejando que aproveche su primavera mientras pueda, que viva para ella, que si no aprovecha su primavera se quedará sin ella.

¡Ay, por Dios, señora bella,
mirad por vos, mientras dura
esa flor graciosa y pura,
que el no gozalla es perdella!

Evidentemente, debemos entender la ironía por como prosigue el poema ya que, en definitiva, la dama está absolutamente sujeta al amor y a él se debe. Además, ya en la penúltima estrofa, explica que es absurdo revelarse al amor porque este siempre se impone: gobierna cielo y tierra.

Así llegamos a la última estrofa, introducida con el vanitas vanitatis a través de una pregunta retórica. ¿Para qué valen las cosas del mundo? La pregunta no se responde, aunque sí se corta. Vuelve a recogerse en una última pregunta donde plantea el porqué de todo en el mundo (material e inmaterial) sin “al fin dormís en el solo y frío lecho, señora”.