RIMA II

Saeta que voladora
cruza arrojada al azar,
y que no sabe dónde
temblando se clavará;
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hoja que del árbol seca
arrebata el vendaval,
sin que nadie acierte el surco
donde al polvo volverá;
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gigante ola que el viento
riza y empuja en el mar,
y rueda y pasa, y se ignora
qué playa buscando va;
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luz que en cercos temblorosos
brilla próxima a expirar
y que no se sabe de ellos
cuál el último será;
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eso soy yo que al acaso
cruzo el mundo sin pensar
de dónde vengo ni adónde
mis pasos me llevarán.

Comentario a la Rima II  de Gustavo Adolfo Bécquer

La Rima II de Rimas y leyendas se estructura a través de estrofas de cuatro versos para tratar contenidos propios del romanticismo español: El destino y el “yo” que, unidos, configuran una búsqueda del poeta para entender su sentido en el mundo y la búsqueda de sí mismo.




Como decíamos, el tema principal del poema es el propio poeta y su incapacidad de conocer su propia existencia. Podemos verlo a través de las distintas metáforas de las cuatro primeras estrofas y recogidas en la última de ellas. El poeta es la saeta, la hoja, la ola y la luz que van a algún lugar indeterminado, desconocido. Bécquer se identifica con todas estas imágenes para concluir en los últimos cuatro versos en los que se hace dos preguntas trascendentales: “¿De dónde vengo?” y “¿A dónde voy?”.

Saeta que voladora, análisis

Las cuatro primeras estrofas podrían entenderse del siguiente modo: un sujeto se dirige a un lugar indeterminado. La saeta (una flecha) al ser lanzada no sabe exactamente en qué lugar terminará. ¿Caerá en el mar? ¿Alcanzará un objetivo? ¿Se clavará en un árbol?

Así sucede también en las siguientes estrofas. Una hoja que se lleva el viento no sabe dónde terminará (el viento es también metáfora del destino). Las olas del mar vagan por el océano hasta llegar a tierra en algún momento pero… ¿sabes en qué playa terminará? Y la luz, ¿sabe acaso cuándo se apagará?




Estas cuatro estrofas toman un único camino que es el de captar la atención y centrarla en la última estrofa donde se desvela el significado pleno del poema. El autor está preocupado por aquellas preguntas que no tienen respuesta: ¿qué había antes de nacer? ¿de dónde viene el hombre? ¿acaso hay un Dios creador? Y… ¿qué pasa cuando yo me muera? Son una serie de preguntas que todo hombre se plantea alguna vez en la vida y que no tienen una respuesta empírica ni categórica.

Podemos ver una cierta actitud pesimista ante esta incapacidad de Bécquer de conocer estas respuestas. El pesimismo es una de las características más notables del romanticismo que detallamos en este artículo en profundidad. Aquello que el poeta busca expresar con estas palabras es su angustia existencial.

Estructura externa de la RIMA II

La rima II está compuesta por cinco coplas. La rima de esta es asonante en los versos pares y quedan libres (no tienen rima) en los versos impares. Esta clase de composición se observa a menudo en Bécquer y es muy característico de la poesía popular.

Cada una de las coplas actúa como una imagen independiente que sigue el mismo contenido que el resto de la obra. Son, a la postre, cinco coplas que quieren decir lo mismo de un modo particular cada una. La quinta estrofa funciona a modo de conclusión y significación plena del poema.

Figuras retóricas de la RIMA II

Como hemos ido explicando, las cuatro primeras coplas están construídas entorno a metáforas que buscan significar la desorientación del poeta. Las metáforas que conforman el poema van orientándose hacia una abstracción empezando por una saeta (o flecha) y llegando hasta la luz. 




En el poema encontramos también algunos polisindeton (el plural es polisindeton también) en tanto que las cuatro primeras estrofas tienen una misma construcción que, como indicábamos al inicio del poema, se empieza con un sustantivo y se continúa con oraciones subordinadas. Esta clase de composiciones otorgan un ritmo especial al poema y una musicalidad constante, más allá de la rima que podamos aportar. 

Si hablamos de figuras literarias sintácticas no podemos olvidarnos de los notables encabalgamientos que encontramos en el poema. Otorgan cierta velocidad y dinamismo en el poema que, lejos de aportar entendimiento, son usados como un medio para crear confusión enlazando con el significado pleno de la poesía.

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Imágenes de la Rima II de Bécquer

Cuando tratamos unos versos tan pensados como los de la Rima II de Bécquer, cientos de imágenes llegan a nuestra mente y nos inspiran nuevas reflexiones. El primer verso, de entrada, es muy sugerente: una flecha que lanzada por un arquero sobre vuela un espacio indeterminado, durante un tiempo que tiende hacia el eterno. La flecha se paraliza y el metal de su punta queda suspendido por un instante sin saber si el tiro llegará o no a alcanzar su objetivo.

Rima II, Saeta que voladora, flecha, saeta

Si el arquero fuera nuestro poeta, Bécquer, tenemos por seguro que la respuesta no la encontraremos hasta que se detuviera en el objetivo o se perdiera entre la maleza. Aún así, el poema nos inspira muchas otras imágenes que pasaremos a mostrar a continuación: