El soneto XXIII de Garcilaso de la Vega (En tanto que de rosa y azucena) es una de las piezas más importantes de la literatura española de los Siglos de Oro.

SONETO XXIII 

En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena;

y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena;

coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.

Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera,
por no hacer mudanza en su costumbre.

Comentario del poema

Uno de los poemas más destacados de Garcilaso de la Vega es el soneto veintitrés. Compuesto en Nápoles entre los año 1533 y 1536, este poema recrea tópicos clásicos como el Carpe diem de Horacio, la patrarquista descriptio pullae o el Collige, virgo, rosas del poeta romano Ausonio.

→ Este poema es un soneto evidente compuesto en verso endecasílabo y en rima consonante. El último verso que cuenta con diez sílabas, antaño tenía once porque la h se aspiraba y tenía un sonido similar a la f que imposibilitaba la sinalefa.

Análisis SONETO XXIII

El tópico de Ausonio es quizás el más recognoscible a simple vista por las últimas dos estrofas en las que se disponen unos consejos para luchar contra el tiempo de la agradable primavera significada como la juventud, la pureza y la hermosura. A través del tópico romano se relaciona la fugacidad del tiempo y la importancia de hacer cuanto antes todo lo deseado puesto que en otra ocasión quizás no es posible.

En tanto que de rosa y azucena

se muestra la calor en vuestro gesto

Estos primeros dos versos del soneto XXIII inician una descriptio puellae y señalan de manera metafórica el restro de la dama in absentia, pues no se la menciona. La rosa y la azucena (blanco); ardiente y honesto; tempestad y sereno son el equilibrio perfecto entre la pasión y la pureza con la que es dotada la dama que, por supuesto, debe ser siempre descrita de manera virtuosa.

La alegre primavera es una metáfora sobre la juventud que, a su vez, los poetas españoles la han usado dentro de la tradición literaria local. El autor la contrapone en este caso con el tiempo airado y fugaz y especialmente con la nieve (v. 11) y el viento helado (v. 12) que hacen referencia a la vejez o, dicho de otro modo, la muerte de la juventud.

Finalmente, el último terceto termina el crescendo que se inicia en la tercera estrofa. Aquí nos habla indirectamente de las pesadumbres de la edad adulta y “termial” en tanto que la rosa marchitará puesto que el tiempo se mantiene siempre constante y siempre lo ha transformado todo, y seguirá siendo siempre así.