Oda XI de Fray Luis de León | Al licenciado Juan de Grial

Recoge ya en el seno
el campo su hermosura, el cielo aoja
con luz triste el ameno
verdor, y hoja a hoja
las cimas de los árboles despoja.

Ya Febo inclina el paso
al resplandor egeo; ya del día
las horas corta escaso;
ya Éolo al mediodía,
soplando espesas nubes nos envía.

Ya el ave vengadora
del Íbico navega los nublados
y con voz ronca llora,
y, el yugo al cuello atados,
los bueyes van rompiendo los sembrados.

El tiempo nos convida
a los estudios nobles, y la fama,
Grial, a la subida
del sacro monte llama,
do no podrá subir la postrer llama.

Alarga el bien guiado
paso y la cuesta vence y solo gana
la cumbre del collado
y, do más pura mana
la fuente, satisfaz tu ardiente gana.

No cures si el perdido
error admira el oro y va sediento
en pos de un bien fingido,
que no ansí vuela el viento,
cuanto es fugaz y vano aquel contento.

Escribe lo que Febo
te dicta favorable, que lo antiguo
iguala y pasa el nuevo
estilo; y, caro amigo,
no esperes que podré atener contigo.

Que yo, de un torbellino
traidor acometido y derrocado
del medio del camino
al hondo, el plectro amado
y del vuelo las alas he quebrado.

Autor de la Oda XI | Al licenciado Juan de Grial

Es la oda XI escrita por fray Luís de León poco antes de su prisión, ya que con el verso que yo de un torbellino parece indicar que preveía su caída en la cárcel. Asimismo, es conocida como Al licenciado Juan de Grial, quien fue uno de los mejores humanistas del siglo XVI y amigo del poeta.

Comentario de la Oda XI

Estructura Interna

La oda, de influencia garcilasiana, presenta ocho liras con la repetida alteración de versos heptasílabos y endecasílabos, y la rima consonante presente en todas las canciones de fray Luís, cuyo esquema métrico aBabB cDcdD y así sucesivamente.

Estructura interna:

Por su parte, el tono de esta oda es triste y sombrío, pues presiente inmediata la tormenta de la Inquisición, aunque se halla resignado y dispuesto. La melodía del poema es apta para recoger la reflexión, el silencio, el estudio, encontrar la paz. Es más, las primeras estrofas están simbolizadas por el otoño, la caída de la hoja, los nublados fríos, los días cortos: todo invita al recogimiento y estudio. Sin embrago, también vemos el anuncio del invierno con la décima constelación, Capricornio, precursora de la estación invernal triste y fría.

La tercera estrofa está iniciada por el ave vengadora, la que representa la grulla, por haber sido testigo de la muerte del poeta y cantor griego Íbico, y descubridora de los asesinos del mismo; porque estando estos en la plaza de Corinto y viendo pasar una banda de grullas, dijo uno en tono de burla: “¡Ahí van las vengadoras de Íbico!”. Llevados al juez cantaron su crimen y fueron castigados. 

Ya el ave vengadora
del Íbico navega los nublados
y con voz ronca llora,
y, el yugo al cuello atados,
los bueyes van rompiendo los sembrados.

En la cuarta y siguientes liras, fray Luís de León trata los temas de la fama y la vanidad. Cuando escribe la postrer llama hace referencia a la inspiración más débil y baja. Además, alude al monte de la fama, donde esta tiene su templo y gloria y es tildada por el poeta como nombre fingido, bien tan frágil y caduco (banal), además de engañoso, que está en manos de los demás y se disipa como el humo.

Por último, cita indirectamente a Garcilaso y Boscán, introductores del nuevo estilo, las trovas italianas, breves y concisas.

Análisis de Recoge ya en el seno | Conclusión

Finalmente, el poeta parece sentirse en el otoño de la vida y siente que es época de recoger frutos y de ir ascendiendo el monte de la vida. Esta ascensión es época fecunda y fructífera, que convida a los estudios, al conocimiento e incluye la fuente que mana el agua más pura y que satisface la ardiente gana.

María Navarro

Profesora de Lengua Castellana