Noche oscura del alma

 

En una noche oscura
con ansias en amores inflamada
¡oh dichosa ventura!
salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada,

a oscuras y segura
por la secreta escala disfrazada,
¡oh dichosa ventura!
a oscuras y en celada
estando ya mi casa sosegada.

En la noche dichosa
en secreto que nadie me veía
ni yo miraba cosa
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.

Aquesta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía
en sitio donde nadie aparecía.

¡Oh noche, que guiaste!
¡Oh noche amable más que la alborada!
¡Oh noche que juntaste
amado con amada,
amada en el amado transformada!

En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba
allí quedó dormido
y yo le regalaba
y el ventalle de cedros aire daba.

El aire de la almena
cuando yo sus cabellos esparcía
con su mano serena
y en mi cuello hería
y todos mis sentidos suspendía.

Quedéme y olvidéme
el rostro recliné sobre el amado;
cesó todo, y dejéme
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.

 

Anlalisis del poema Noche oscura del alma

 

Es un poema místico que tiene como punto de partida la experiencia espiritual de San Juan de la Cruz. Trata de una mujer que escapa en secreto de su casa, en plena noche, para buscar a su amado, caso que debe leerse como una alegoría de las ansias que siente el alma por liberarse de la cárcel del cuerpo y fundirse con Dios.

 

Estructura externa: métrica y rima.

 

Es una composición de ocho liras con la alternancia de versos heptasílabos y endecasílabos con rima consonante independiente entre estrofas. El esquema métrico es de aBabB cDcdD y así sucesivamente.

 

Comentario de Noche oscura del alma: figuras retóricas y explicación.

 

El poema está dividido en tres partes correspondientes a las tres vías del proceso místico: la vía purgativa (dos primeras estrofas), la iluminativa (las dos siguientes, aunque la quinta es la transición) y la vía unitiva (las cinco últimas estrofas).

La vía purgativa tiene como fin purificar, a través de la penitencia, el alma alejándola de toda preocupación o tentación mundana. Es por ello que la joven se aleja de la casa sosegada (en paz) y, envuelta en oscuridad de la noche (para que no haya elementos externos que la distraigan y en secreto), abandona el mundo terrenal y se despega de las cosas del mundo.

En la vía iluminativa el alma ya se encuentra sola en la oscuridad, y es entonces cuando comienza a sentir la presencia de Dios, representada necesariamente como una luz interior (Aquesta me guiaba, más cierta que la luz del mediodía). En efecto, explica el trayecto del viaje. Asimismo, la quinta lira se conoce como la estrofa de transición, de llegada. Donde se exclama desahogo porque el encuentro va a producirse.

En la vía unitiva se ha visto consumada la unión, una unión tan profunda que es fusión, llegando a perder conciencia de la propia identidad y anulación de los sentidos (Quedéme y olvídeme). El alma deja de ser ella misma para formar parte de Dios. 

Finalmente, el poema acaba con el éxtasis de la amada, quien se ha liberado de su ansiedad (cuidado) entre las blancas azucenas, símbolo de pureza. Literalmente, se describe a una mujer que ha alcanzado la plenitud tras un encuentro amoroso satisfactorio, si bien el poema debe leerse como una alegoría del camino que recorre el alma en su afán por unirse con Dios. Al final, el alma logra encontrarse con su Amado, acariciarlo y gozar de su intimidad: es la fusión con Dios donde el alma se abandona en Él.

 

CONCLUSIÓN

San Juan de la Cruz nos presenta el proceso místico que sufre el alma para alcanzar la unión divina, simbolizado en una escena amorosa mediante un lenguaje complejo y distribuido en las distinguidas liras que forman el poema.

 

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