Comentario Alegoría de la brevedad de las cosas humanas
Con motivo de una enfermedad del poeta y del interés que por ella mostró el marqués de Flores de Ávila, escribió don Luis esta letrilla en torno a la brevedad de la vida humana, representada por la caducidad de las flores. Destacan algunos rasgos estilísticos de la madurez poética de Góngora: ciertas complicaciones sintácticas y, sobre todo, hábiles juegos de palabras (la anfibiología de maravilla, también una flor de prodigiosa belleza, y el calambur ojos / hojas).
Aprended, flores, en mí
lo que va de ayer a hoy,
que ayer maravilla fuí,
y sombra mía aun no soy,
La aurora ayer me dio cuna,
la noche ataúd me dio;
sin luz muriera, si no
me la prestara la luna.
Pues de vosotras ninguna
deja de acabar así,
aprended, flores, en mí
lo que va de ayer a hoy,
que ayer maravilla fui,
y sombra mía aun no soy.
Consuelo dulce el clavel
es a la breve edad mía,
pues quien me concedió un día
dos apenas le dio a él,
efímeras del vergel,
yo cárdena, él carmesí,
aprended, flores, en mí
lo que va de ayer a hoy,
que ayer maravilla fuí,
y sombra mía aun no soy.
Flor es el jazmín, si bella
no de las más vividoras,
pues dura pocas más horas
que rayos tiene de estrella;
si el ámbar florece, es ella
la flor que él retiene en sí.
Aprended, flores, en mí
lo que va de ayer a hoy,
que ayer maravilla fuí,
y sombra mía aun no soy.
Aunque el alhelí grosero
en fragancia y en color,
más días ve que otra flor,
pues ve los de un mayo entero,
morir maravulla quiero,
y no vivir alhelí.
Aprended, flores, en mí
lo que va de ayer a hoy,
que ayer maravilla fui,
y sombra mía aun no soy.
A ninguna, al fin, mayores
términos concede el sol
si no es al girasol,
Matusalén de las flores;
ojos son aduladores
cuantas en él horas vi.
Aprended, flores, en mí
lo que va de ayer a hoy,
que ayer maravilla fuí,
y sombra mía aun no soy.