Soñé que tú me llevabas
por una blanca vereda,
en medio del campo verde,
hacia el azul de las sierras,
hacia los montes azules,
una mañana serena.

Sentí tu mano en la mía,
tu mano de compañera,
tu voz de niña en mi oído
como una campana nueva,
como una campana virgen
de un alba de primavera.

¡Eran tu voz y tu mano,
en sueños, tan verdaderas!…

Vive, esperanza, ¡quién sabe
lo que se traga la tierra!

Comentario a Soñé que tu me llevabas

Se trata de uno de los poemás más harmónicos de Antonio Machado en el que la voz poética nos presenta unas ilusiones, sensaciones y sueños que brindan esperanza. El poema está compuesto de cuatro estrofas con versos octosílabos, siguiendo la tradición de la literatura española tan característica de Machado.

La primera estrofa, de seis versos, presenta un sueño (soñé) de una persona que parece que quiere tomarlo y llevarlo a lo que podríamos identificar como un Locus amoenus (lugar idílico) por la gran cantidad de epítetos que podemos encontrar: 

Soñé que tú me llevabas
por una blanca vereda,
en medio del campo verde,
hacia el azul de las sierras,
hacia los montes azules,
una mañana serena.

En la segunda estrofa, también de seis versos, nos habla de unas sensaciones (sentí) que le produjeron los sueños que tenía y que hemos observado. El locus amoenus, ese lugar tan agradable le hace tener esperanzas y sensaciones positivas y se identifica al sujeto con una voz femenina (niña) que forma parte de el idilio del lugar.

“Los sueños, sueños són”, diría Calderon de la Barca, y aquí la lamentación se hace bien visible. La voz poética lamenta que el lugar agradable y la persona que produce los sueños y las sensaciones sean solo producto de un sueño. 

¡Eran tu voz y tu mano,
en sueños, tan verdaderas!…

Vive, esperanza, ¡quién sabe
lo que se traga la tierra!