Un piropo a Calderón | En torno a la vida es sueño

Que estas líneas queden como un piropo al mejor en ese noble arte: Pedro Calderón de la Barca. Y no sólo por eso, hay que elogiar a un gran campeón de la poesía que hizo historia con sus obras de teatro en verso. La más famosa es La vida es sueño, obra escrita en el siglo XVII, de una profundidad terrible y una estética perfecta.

Calderón representa la historia de Segismundo, un príncipe recluido por su regio padre por temor al horóscopo: los astrólogos reales pronosticaban el asesinato del rey a manos de su hijo, por ello éste debía ser encerrado desde su nacimiento en la mazmorra de un palacio lejano; nunca sabría de sus orígenes, no conocería el mundo exterior.

Allí lo encuentra Rosaura, una mujer deshonrada que yerra sin rumbo y se ha topado con el pobre príncipe encarcelado. Es entones cuando se pronuncia el mejor de los piropos que se han dicho nunca. Y es verdad que ahora los piropos están denostados, a veces con razón, pero en este caso podemos decir que los versos no defraudan.




Dice el poeta Enrique García-Máiquez que “un piropo es el mal menor del soneto que uno escribiría si tuviera tiempo y talento”.  Esto es lo que escribió Calderón y lo puso en boca de Segismundo cuando encuentra en su reclusión a Rosaura,. Es probable que es infinitamente mejor que un piropo:

Con cada vez que te veo
nueva admiración me das,
y cuando te miro más
aun más mirarte deseo.
Ojos hidrópicos creo
que mis ojos deben ser;
pues cuando es muerte el beber,
beben más, y desta suerte,
viendo que el ver me da muerte
estoy muriendo por ver.
Pero véate yo y muera
que no sé, rendido ya,
si el verte muerte me da,
el no verte, ¿qué me diera?
Fuera más que muerte fiera,
ira rabia y dolor fuerte.
Fuera muerte: de esta suerte
su rigor he ponderado,
pues dar vida a un desdichado
es dar a un dichoso muerte.

La potencia de estas frases  es explosiva. Y si no nos explota en lo más profundo de nuestro interior, se ha de volver a leer. Y, por si acaso, vamos a explicarlo:

El protagonista ve a Rosaura (vestida de hombre, por cierto) y esa visión lo conmueve muchísimo, no hay que olvidar que el pobre Segismundo no ha visto mucho mundo y aun así le embarga la belleza de Rosaura. O eso creemos. Lo cierto es que en estas líneas Calderón no habla de belleza.

Calderón, o más bien Segismundo, habla de un deseo irrefrenable de contemplación. Y qué deseo. “Ojos hidrópicos creo/ que mis ojos deben ser/ pues cuando es muerte el beber/ beben más…”, la hidropesía es un la acumulación de líquidos y es un síntoma de algunas enfermedades graves, y la sed no contribuye a mejorar el estado de los enfermos.




Segismundo está comparando su estado anhelante con una enfermedad. Pues él está enfermo: es malo y por eso lo han encerrado allí y ver la belleza de Rosaura lo aflige más porque él no la merece. Qué delicadeza la de Calderón y cuántas veces hemos sido Segismundos, todos y todas, y no hemos tenido el valor ni el talento para expresar esa contradicción: verte me mata, pero no verte será peor, “si el verte muerte me da/ el no verte, ¿qué me diera?”

Segismundo cree que ha de sentirse indigno de esa belleza, porque le han dicho que es un asesino en potencia; y por eso se siente desgraciado. Qué piropo, pensaréis, pero Segismundo tiene una buena excusa, el destino aciago le había arrebatado toda posibilidad de ser feliz y, sin embargo, no dejaba de ver a Rosaura.

Rosaura y su belleza, como todas las bellezas de este mundo, encarnan una promesa de felicidad. Y por eso fastidia, por eso cruje el alma de Segismundo, como lo hace el alma de todos aquellos que jamás serán correspondidos. ¿Para qué se presenta esa belleza ante sus ojos, para qué le da vida, lo alimenta, le llena los ojos…, si su destino está lejos de ella?

Es una injusticia, una impertinencia del Universo “pues dar vida a un desdichado/ es dar a un dichoso muerte”. Qué bonito, decirle a una persona que es tan bella que parece injusto que venga a iluminarnos a  nuestra mazmorra.

Jaime A. Perez Laporta

Graduado en Humanidades por la UPF, profesor y poeta de la derrota. Redactor en este gran proyecto de EsPoesia. La literatura es fundamental para decir lo mismo, pero mejor