Un soneto de amplio reconocimiento dentro de la poesía española del Siglo de Oro. Luis de Góngora, un maestro con el arte de componer sonetos, nos descubre en esta ocasión los peligros del amor. Encontraréis seguido del poema un comentario y un análisis,

SONETO (1584)

La dulce boca que a gustar convida
un humor entre perlas distilado,
ya no invidiar aquel licor sagrado
que a Júpiter ministra el garzón de Ida,
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amantes, no toquéis, si queréis vida;
porque entre un labio y otro colorado
Amor está, de su veneno armado,
cual entre flor y flor sierpe escondida.
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No os engañen las rosas que a la Aurora
Diréis que, aljofaradas y olorosas
Se le cayeron del purpúreo seno;
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Manzanas son de Tántalo, y no rosas,
que pronto huyen del que incitan hora
y sólo del Amor queda el veneno.

Comentario a la dulce boca que a gustar convida

Un soneto de Luis de Góngora que escribió en el año 1584 y todavía hoy nos deja fascinados. Es un poema con una atmósfera sensual desde el primer verso y todo parece anunciar que tratará un poema de amor. Añadiré de este primer momento que, además de parecer anunciar unos versos románticos destilar una pasión desenfrenada llena de sensualidad. En primer lugar hablando de la boca y en segundo lugar por el humor (saliva) y las perlas (dientes) que aumentan aún más si cabe la sensualidad.

Esta saliva, versa el poeta español, no envidia el licor de Júpiter. ¿Qué licor? No puede ser otra cosa, claro está, que la ambrosía, un dulce néctar de los inmortales que suministra Ganímedes, por supuesto, un muchacho que —según la mitología— fue raptado por Zeus para que fuera el copero del Monte Olimpo.

Análisis del soneto

El poema ha seguido hasta este punto una línea típica de descriptio puellae y todo indica anunciar un poema romántico, una poesía de amor. ¡Pues no! Nos equivocamos al pensar eso ya que la segunda estrofa ya nos advierte con un vocativo directo: «¡NO TOQUEIS! Si queréis vida…», no podría estar más claro. El poeta acude para advertirnos que entre los labios que se besan está el amor, pero un Amor personificado. Es decir, el amor en sí mismo como si fuera real está entre los labios de los besantes y ¡CUIDADO! Porque Amor está armado con un veneno como si fuera una serpiente escondida entre las flores.

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«Entre flor y flor» es una repetición del verso anterior que hace referencia a los labios. En este caso las flores son los labios y Amor es la serpiente. Es un juego metafórico que emplea muy hábilmente en el poema Luis de Góngora.

Ahora el poema se acelera con los estrofas cortas, los tercetos. En el terceto primero las rosas son los labios que, con el rocío, se convierten en rosas peraladas. Luego se convierten en manzanas entrando en la última estrofa, y son manzanas de Tántalo: cuanto más te acercas a las manzanas éstas más se alejan y nunca las poderás alcanzar; es una metáfora del amor. Un amor ideal, pero imposible e inalcanzable ya que cuando amanece (sale la Aurora) huye sin decirte adiós.

Cuando quieres darte cuenta de que te has quedado solo y que los otros labios te han abandonado, en aquel instante ves que sólo del amor queda el veneno. Es un hipérbaton que se entiende de la siguiente manera: solo queda el veneno del Amor.

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