Primeras manifestaciones de la lengua vulgar

Como es ampliamente conocido, la lengua española pertenece al grupo de las llamadas lenguas románicas que es la última evolución del latín vulgar. Los primeros testimonios de la lengua romance, es decir, de cualquier lengua que provenga del latín, se hallan en los documentos notariales donde se alternan formas del latín con otras ya propiamente romances. Además de estos documentos sin ningún valor literario, tenemos las conocidas Glosas Silenses Glosas Emilianenses que pertenecen al siglo X y son consideradas las primeras manifestaciones de la literatura española

La epopeya medieval

Los primeros monumentos literarios propios de la poesía épica española son los cantares de gesta, es decir, poemas épicos referentes a héroes o hechos medievales. La poesía épica española empieza en el siglo X, aunque el cantar de gesta más antiguo conservado es aquel que narra las heroicidades del Cid Campeador datado en el siglo XII.

Características de la épica española

La épica castellana se caracteriza principalmente por su historicidad y el realismo. La épica castellana hay que entenderla como una forma de historia verídica y una prolongación de la epopeya verosímil donde ambos elementos quedan perfectamente entrelazados. El realismo se percibe en múltiples detalles, sobre todo en la ausencia de lo fantástico y lo quimérico.

Otra de las características de la épica española es su continuidad histórica a lo largo de la literatura española. Las gestas pasan a las crónicas, se prolongan en el Romancero y aparecen en el teatro del siglo XVII. Es decir, la epopeya española tiene una continuidad dentro de los distintos estadios de la literatura española.

La versificación de estos cantares es irregular, aunque predominan los versos de catorce y dieciséis sílabas. Es poesía anónima y popular; sin embargo, cada poema es obra de un solo juglar, según admite hoy la crítica.

El cantar del Mio Cid: Ejemplo de la poesía épica

El único poema que ha llegado íntegro a nuestros días es el Cantar del Mio Cid, escrito hacia el 1140 por un juglar de cerca de Medinaceli, y copiado en 1307 por un Per Abbat. El poema se divide en tres cantos o partes y narra las hazañas de Rodrigo Díaz de Vivar, el célebre conquistador de Valencia en tiempos de reconquista.

El autor del Cantar del Mio Cid fue un poeta excepcional y el cantar abunda en episodios bellísimos, como el exilio del héroe cuando pasa por Bugos, la despedida en Cardeña, la alegría por la toma de Castejón, la afrenta de Corpes…Por otra parte, el cantar es rigurosamente histórico en sus mejores momentos , y los personajes existieron todos como ya fue demostrado por Menéndez Pidal. Todo el poema gira alrededor del engradecimiento del héroe, pero las numerosas conquistas no le han perder su entrañable humanidad. Es siempre el campeador complido y leal, modelo de vasallos y caballeros.