Elegía a Ramón Sijé
La Elegía a Ramón Sijé es uno de los poemas más aplaudidos y expresivos de Miguel Hernández que escribe estas palabras para su amigo de Orihuela tras su muerte repentina. El poema es un grito desesperado que pretende invocar la memoria de su amigo.
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.
Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera
de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.
Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
Comentario a Elegía a Ramón Sijé
Elegía es el título por el que se conoce a este poema y que, además, es un subgénero de la poesía lírica pensada para mostrar el lamento por la muerte de un ser querido. Efectivamente, este poema muestra el corazón resquebrajado de Miguel Hernández que se ha visto sumido en la más auténtica desolación ante la muerte repentina de su amigo Ramón.
Estructura de la Elegía a Ramón Sijé
El poema se estructura a través de versos endecasílabos encadenados, es decir, la rima avanza del siguiente modo: 11A, B, A, B, C, B, C… y la rima de todo el poema es consonante. El número de estrofas es de quince. Aún así, la última estrofa del poema es rompedora porque no no tiene tres versos sino que está formado por cuatro versos de arte mayor endecasílabos y con rima también encadenada. Este último verso es sin duda rompedor, es la parte del amigo que se pierde y que quiere dejar patente con solo once sílabas diciendo “compañero del alma, compañero”.
Análisis de Elegía a Ramón Sijé
La primera estrofa del poema se inicia con el pronombre personal YO dando motivos al lector para relacionar la voz poética (narrador del poema) y al propio autor. Aunque no es apropiado confundir dichos conceptos podríamos afirmar que, en este caso, la voz poética y Miguel Hernández son la misma cosa.
En esta estrofa primera iniciada con este rotundo yo, hay un potente hipérbaton que nos muestra la rotura del corazón del poeta. Sí, Miguel Hernández está profundamente afectado por la muerte de su amigo y ya solo le queda el lamento. Por ello, dice que “quiere ser el hortelano de la tierra que ocupa y estercola tan temprano, compañero del alma”. Quiere estar con él, aunque sea solo sembrando la tierra que ocupa su amigo.
En la segunda y tercera estrofa de la Elegía a Ramón Sijé, se profundiza en este dramatismo de la descomposición orgánica del cuerpo de su amigo que, a su vez, sirve de alimento a la tierra y los seres que la habitan. A causa de ello, el dolor por la pérdida crece hasta el punto de usar una hipérbole (exageración de la realidad) para decirnos que le duele hasta el aliento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.
Llegados a la cuarta estrofa podemos observar cómo ha sufrido Miguel Hernández esta noticia y cómo de repentina ha sido la muerte de su amigo Ramón. Así es como introduce la hipérbole en la siguiente estrofa, la quinta estrofa, donde afirma tener una herida (en el costado) que es más grande que ninguna extensión de la tierra y que por esa razón siente un gran lamento: “Siento más tu muerte que mi vida”; es aquí donde podemos observar la contradicción, la absuridad de la vida o el sinsentido que tiene la vida para el autor sin la persona a la que ama con la antítesis entre muerte y vida. También así se muestra en la sexta estrofa.
Tras estas estrofas, un tanto densas, Miguel Hernández nos ofrece un dinamismo, también de lamento, a través de las anáforas y los paralelismos de las estrofas séptima y octava. Estas estrofas son claras, rápidas y fugaces como lo es la muerte de su amigo que se trata en estos versos.
La novena estrofa tiene unos aires de rabia descontrolado que se suman a los lamentos de la estrofa anterior.
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.