¿Qué es el apóstrofe? Definición, significado y ejemplos.
El apóstrofe es una figura literaria que interrumpe el discurso, el diálogo o la narrativa de una obra escrita —o hablada en caso de la escenificación— que, invocando a seres reales o imaginarios, trata de captar la atención de los remitentes para hacer llegar unos pensamientos o transmitir unos sentimientos. El apóstrofe es un recurso literario que se emplea generalmente como captatio benevolentiae por su gran capacidad expresiva y comunicativa.
Es común que el apóstrofe emplee la segunda persona, y puede entenderse como un “grito al imaginario” o una aclamación hacia la nada. Encontramos muchos ejemplos de apóstrofe en textos religiosos como en la Teogonía o las Sagradas Escrituras, especialmente en el Antiguo Testamento.
Los textos donde se utilizan más, no obstante, serían aquellos en los que el público los puede recibir de manera auditiva. Antes el teatro, ahora también el cine y el espectáculo. Es común que la figura retórica vaya precedida y se concluya con signos de exclamación (apóstrofo) y no deben ser confundidos.
Ejemplos de apostrofes
Encontrar ejemplos de apóstrofes es muy sencillo. Encontramos en numerosas obras de teatro españolas como, por ejemplo, este que os mostramos:
¡Ay mísero de mí! ¡Y ay infelice!
Apurar, cielos, pretendo
ya que me tratáis así,
qué delito cometí
contra vosotros naciendo;
La vida es sueño ~ Calderón de la Barca
Es un claro ejemplo de apóstrofe que encontramos en la obra de Calderón (v. 102-106) y en los que el autor nos traslada expresamente a través de esta figura retórica los sentimientos de Segismundo. Se siente miserable, triste, inocente y condenado. Es muy sencillo de ver y, como decíamos, la segunda persona está presente así como el resto de características que hemos nombrado anteriormente.
Así podríamos encontrar ejemplos de Apóstrofe en obras de Shakespeare, Cervantes, Dante o Goethe, pero pasemos ahora a ver algunos ejemplos en poemas.
Piececitos de niño,
Azulosos de frío,
¡Cómo os ven y no os cubren,
Dios mío!
De nuevo nos podemos observar esta “aclamación” hacia un ‘no sé donde’ o una figura, en este caso Dios, en la que Gabriela Mistral proyecta su grito al cielo. El fantástico poema de Mistral es una crítica social y, en estos casos, es frecuente encontrarnos con recursos literarios de esta clase. ¡Recomendamos su lectura!
Después, ¡oh flor de Histeria!, llorabas y reías;
tus besos y tus lágrimas tuve en mi boca yo;
tus risas, tus fragancias, tus quejas eran mías.
En este caso, la apóstrofe, se encuentra en en centro del primer verso del terceto. En Soneto dedicado a Margarita Debayle busca enternecer nuestro corazón mediante este recurso clamando a una chica que ya no volverá a ver. No haremos más spoiler, recomendamos su lectura.
¡Oh dulces prendas por mi mal halladas,
dulces y alegres cuando Dios quería,
juntas estáis en la memoria mía
y con ella en mi muerte conjuradas!
Soneto X ~ Garcilaso de la Vega
Por último, un soneto de Garcilaso en el que encontramos esta figura literaria de forma muy extensa. Es la primera estrofa del soneto X del poeta español en el que hace referencia a unas “prendas” que ya no están delante. Evidentemente, hace referencia a una amada que se encuentra ausente y, como en tal caso no hay interlocutor real, se trata de un apóstrofe.
Apóstrofe RAE, definición y significado
Como es lógico, la Real Academia de la lengua Española tiene una definición sobre la figura literaria en cuestión.
Hemos encontrado otros artículos que definen este recurso literario como una palabra que puede expresarse tanto en masculino como en femenino; no es su caso. La palabra “apóstrofe” es una palabra que debe ir siempre acompañada por artículos masculinos (el, un, este…).
También nos ofrece una etimología, tanto del latín como del griego. La palabra “apóstrofe” proviene del griego “apó” (prefijo) y “Strophe” que quiere indicar la intención de ‘voltear’ o de ‘dar la vuelta’ desde lejos haciendo referencia a la acción de un personaje clamando desde la distancia para una situación —normalmente patética (pathos)— se invierta. Es decir, si algo me va mal me quejo a la divinidad para que cambie mi suerte o destino. La palabra latina es una traducción de esta griega y mantiene el concepto explicado.